jueves, 30 de septiembre de 2004

Desde el Sur, rompiendo las olas.

Rompiendo las Olas, rompiendo los esquemas, rompiendo lo establecido, rompiendo una mujer. Quizás el título pudiera haber sido 'La Mujer Rota' si no fuera porque se adelantó con acierto Simone de Beauboir. De todas formas, quizás el título sea lo de menos. Aparentemente en la película el que se rompe es un hombre pero realmente quien queda rota es una mujer. También aparentemente sea la actitud sexual de ella la que llame la atención cuando realmente sea la vivencia a cualquier precio y de cualquier modo de la sexualidad de él aunque ésta esté ya inservible. Creo que vi hace ya unos años un capítulo de una serie que creo que se llamaba 'Anillos de Oro' en la que un señor muy entrado en años y muy enamorado de su joven esposa le ofrecía a ella que viviese su sexualidad con otros hombres con tal de no perder su amor (su vida). De eso hace años pero creo recordar que para él no era ningún problema, más bien era una solución. Ella, en cambio... lo vivía con un destrozo en sus esquemas. También recuerdo cuando mi amiga Marta me contó cómo también se le rompían los esquemas cuando comprobaba que su marido, además de no importarle que ella viviese su sexualidad con otro hombre, lo sentía como un estímulo. Qué lejos están estos hombres de esos otros que las matan porque creen que son suyas aunque quizás no estén tan lejos de matarlas... al fin y al cabo... todas estas mujeres también terminan muertas aunque vivan. Luego dirán que se mataron ellas. Que dios las castiga. Y lo peor... que están LOCAS. Y es que, claro, sólo una mujer loca puede llenarse los bolsillos de piedras y adentrarse en un río. Hay muchas formas de romper una mujer y quedar impune incluso salir victorioso, revitalizado, renovado... curioso. La cámara en mano de 'Rompiendo las Olas' hace que el espectador se introduzca en la escena pero escenas como esas no están solamente en las pantallas, están mucho más cercanas de lo que la gente se cree pero es difícil entrar en ellas. De todas formas... tampoco creo que tenga mucha importancia, son historias que cuando se conocen siempre se plantean las mismas cuestiones: 'Ella estaba loca', sólo así puede haber una explicación, y siempre serán los hombres quienes las condenen o santifiquen. A pesar de todo, y afortunadamente, a la mujer que se vuelve loca por amor, poco le importa nada, absolutamente nada, y nada la para, o sí.
Marga.
(Gracias, Manrique.)

sábado, 28 de junio de 2003

Desde el Sur, entre cagaos.

Todo ha comenzado cuando alguien que ha venido a este 'área' y ha realizado un comentario. Serían las diez de la mañana.

- La Industria Auxiliar se está organizando. Van a poner barricadas en la salida del aparcamiento para que nadie salga.

Inmediatamente, como impulsados por resortes conocidos, la gente ha comenzado a levantarse de sus sillas, han cogido las llaves de los coches, algunos han cerrado el ordenador con rapidez y han comenzado a bajar las escaleras. Poca gente hablaba entre sí, nadie se cuestionaba nada, pocas preguntas. Había saltado una voz de alarma y todos estaban actuando en consecuencia.

- Pasa algo? -pregunté a alguno que pasaba-
- Si tienes el coche en el aparcamiento, mejor que lo saques fuera.

Los que se sientan a mi izquierda ya habían cerrado los ordenadores, recogido las mesas y alguna chica hasta se había colgado el bolso del hombro.

- Pero os vais? -seguí preguntando, casi imaginando las respuestas.
- Estas cosas nunca se saben cuánto pueden tardar. Por si acaso, recojo.
- Acuérdate, fulano, cuando le rompieron el ordenador a aquél.
- Sí, aquéllo fue tremendo... éstos te ven trabajando y no veas la que te lian.

Una veterana de aquí me ha venido a preguntar que qué pasa, eso me ha terminado de reventar.

- Que qué pasa? tú lo sabrás mejor que yo que llevas aquí 30 años.
- No te enfades conmigo, como te vi hablando pensé que sabías qué pasaba.
- Vaya...

Menuda mierda, pensé. Aún no se me había quitado del cuerpo los malos tragos del miércoles y el jueves y otra vez a las mismas. Cogí las llaves del coche del bolso de un manotazo y me dirigí a las escaleras. Por cada una de las dos escaleras de este edificio bajaba gente con las mismas prisas que llevaba yo. Al llegar a la puerta giratoria me frené, no llevaba encima la tarjeta para salir por el torno; si quería sacar el coche debía volver a mi sitio a por la tarjeta. En esos segundos al darme la vuelta observé las caras de las gentes que salían, parecían autómatas, parecían adiestrados para la evacuación como si de una emergencia se tratase. Quizás era eso lo que pensaban.

Pero qué estoy haciendo -pensé-, si cuando salga a las tres de la tarde no me dejan sacar el coche, llamo a la grúa o al 092 -me bromeaba a mí misma-.

El cabreo iba creciendo en mi cabeza acumulado con los malos ratos de los días pasados. La gente del Departamento no estaba cabreada, estaba asustada.

- Oye, están sacando todos los coches del aparcamiento, cuando vengan los de la Industria Auxiliar y no encuentren coches para quemar se van a liar con las mesas -soltó uno que apareció detrás de los biombos.
- Lo único que tengo mío me lo llevo, así que por mí puede arder esto -el veterano que hizo el comentario creo que sabía lo que decía, aquí no dejaba nada suyo.

En menos de un minuto aquí no quedaba nadie salvo otra chica de plantilla y yo. Las dos nos miramos, sonreimos, ella se acercó a mi sitio y me preguntó si había sacado el coche.

- No, no lo he sacado. Me resisto a entrar en el juego del miedo.
- Yo tampoco lo he sacado. Supongo que nos quedaremos sin coches.
- Ya veremos qué pasa y qué hacemos pero esto me parece una barbaridad.

Las dos estábamos de acuerdo en que la gente estaba llena de miedo además de llenas de ganas de largarse y continuamos trabajando.

En un momento comenzamos a oir gritos, voces, golpes que entraban por las ventanas del lateral que da a la entrada principal del edificio. Algunas personas que aún quedaban al otro lado de la planta en la que estamos la otra chica y yo bajaron rápidos la escalera. Alguno decía algo parecido a -Cuando vangan no quiero que me encuentren aquí. Un responsable de la oficina de personal asomó por lo alto de los biombos, cuando le dije que pretendíamos seguir en la oficina aunque la gente se había marchado me soltó un 'Pues muy mal hecho' acompañado de una sonrisa que no supe interpretar. El responsable de personal no llevaba su habitual corbata, se había descamisao. No supe si era un signo, tampoco pensé más.

Los gritos continuaban en el exterior del edificio, de vez en cuando la otra chica se asomaba a la ventana para ver cómo iba la cosa.
- Esto parece la guerra!!
- Sí, -soltamos la carcajada las dos.

Cuando los gritos aumentaron nos acercamos al otro lado del edificio en donde está el despacho del máximo responsable de éste área.

- Qué queréis que os diga? ojalá pudiera deciros algo. Si vienen hacemos como el otro día, cogemos nuestras cosas y nos bajamos y listo. No les provocamos y listo. Qué queréis que os diga. Ya sabéis lo que hay.

La otra chica y yo estuvimos un rato por allí, oyendo a los cuatro que quedaban del otro Departamento comentando las viejas hazañas de otros tiempos en los que hasta la policía entró en el recinto a dar guantazos. Menudas historias...

- Nos vamos a nuestro sitio, aprovechamos y te pregunto unos campos que necesito del ERP para la aplicación que estoy desarrollando y si vienen, cogemos los bolsos y seguimos hablando fuera.

- Venga -me respondió confiada.

Ahora son algo más de las dos de la tarde, la movilización ha terminado hace algo más de una hora. Algunos pocos de los que se largaron asustados han vuelto, no sé si con o sin coche. El responsable de ésto también ha regresado con su portatil en mano. Todos han comentado los sucesos, tenían muchas cosas que contar al parecer se producen muchas anécdotas en estas situaciones y cada cual traía la suya para aportar al grupo.

La otra chica y yo seguimos trabajando.

viernes, 27 de junio de 2003

Desde el Sur, antes de que llegasen los vientos y las lluvias.

Antes de que llegasen los vientos y las lluvias, llegaron a mi mesa de estas oficinas dos representantes del Comité de Empresa del Sindicato al que pertenezco. Como siempre, su sola presencia en este espacio causó algo de desasosiego entre la gente que me rodea. Era como una especie de turbulencia alrededor, pero pasó pronto. Una de estas personas era el Presidente del Comité de Empresa que me invitaba a asistir al día siguiente a una reunión con un alto cargo del sindicato en Madrid en las Aulas de Formación y alguna gente más de la Federación que venían de Madrid. Encantada le dije que asistiría. Al decirle que no sabía dónde estaban las Aulas me ofreció enviar a un compañero para que me acompañase al día siguiente. Y así fue, a las diez en punto de la mañana vino un hombre (como dicen aquí) con cara sonriente que me dijo que se llamaba José, que si yo era Margarita y que si nos íbamos. A todo respondí que sí, claro está.

Antes de coger las gafas de sol le dije al Responsable del sitio en el que me han puesto que durante un rato no iba a estar.

-Voy a una reunión de Comisiones Obreras
-Ah... -como asombrado.
-Dentro de una hora, más o menos, estaré aquí.
-Nada, nada... lo que necesites.
-Hasta ahora.
-Hasta ahora.

Y me marché con mi nuevo acompañante con el que rápidamente encontré un tema fácil de conversación con el que hacerme el trayecto que nos separaba hasta el lugar de la reunión.

Había que coger una furgoneta; ya me habían hablado de ella. Es una furgoneta acorde con los trayectos que recorre, no se podía esperar otra cosa. Se llenó de gente en mangas de camisa y a todos nos llevó hasta la nave de las Aulas de Formación. Con un día tan claro, tan templado, daba gusto andar por ahí fuera y tomar un poco de conciencia del sitio en el que una trabaja.

Tiempo de espera al Sol, se retrasaban los visitantes de Madrid, la gente sin prisas, yo intentando tomar pulsos con alguna que otra pregunta a mi nuevo amigo y a algún otro que tímidamente se acercaba. Pasaba el tiempo y las únicas personas que se incorporaban eran hombres, con monos o sin ellos pero hombres. Y uno de los que llegó, sin mono, con cazadora de napa se me medio abalanzó y, sin darme tiempo ni a reaccionar, me largó dos besos con mucha soltura. Pensé que igual me conocía de antes, pero no. Se presentó y me justificó su tardanza porque, según él, habían aprovechado su visita para montarle un pollo al Director que esas cosas le hacen falta de vez en cuando. Qué cosas, pensé. El caso fue que entramos en las Aulas, me senté en una discreta segunda fila y con toda tranquilidad me dispuse a enterarme de lo que contasen estas gentes. En la mesa se sentaron el Presidente del Comité, el alto cargo del sindicato de Madrid y el tipo de los besos sueltos. El primero de ellos comenzó la reunión saludando cordialmente.

-Bueno, vamos a comenzar, quiero saludar a todos y.... a toda y tengo que decir que me alegro que haya alguna mujer, compañera, entre nosotros.
Y contó sus cosas.

Al rato, cedió la palabra a el alto cargo del sindicato de Madrid el cual comenzó también con el esperado saludo.

-Buenos días a todos y a... toda, como siempre es un placer venir a esta tierra... bla bla... bla bla...
Una vez hubo terminado, el que me había largado los dos besos, se dirigió al personal abriendo su perorata.
-Ante todo saludaros a todos y a to...da, como ya sabéis... tirirí.... tirirán...

Claro está, una vez que hubo terminado la reunión y ya que los tres se habían dirigido a mí en su saludo inicial percatando a todos de mi presencia por mi condición de mujer, no pude más que acercarme a ellos y agradecerles su atención pero tuve que aclararles que se habían equivocado en mis particularidades ya que no era lo relevante el que yo fuese mujer, sino el que yo soy la única persona en aquélla asamblea perteneciente a la antigua plantilla de la empresa fusionada con ésta otra, adscrita a las Oficinas Centrales de Madrid y Técnico Superior fuera de Convenio y exDelegado Sindical. Eso era lo que realmente me distinguía de los demás, para empezar. No el hecho fisiológico de ser mujer.
Creo que no lo entendieron.

A la vuelta a mi sitio el Responsable de esto se acercó a mi mesa.

-Algún problema, Margarita?
-No, no, ninguno. -y sonreí-

viernes, 10 de septiembre de 1999

Aprieta

APRIETA (En el pensamiento Clara y Jimena)

Aprieta,
aprieta mi mano y no me la sueltes.
Aprieta mi mano que es la tuya.

Aprieta con fuerza,
con toda la fuerza que se te va
y que me llega
y que no no sé controlar.

Aprieta mi mano
que lloro por tu hija.

Aprieta que yo no sé qué te ha pasado
pero estoy llorando por tí,
por ella,
por mí,
por mi hija.

Aprieta mi mano porque tengo miedo:
que mi hija también es tierna,
que mi hija también es la tuya.

Aprieta mi mano porque lloro por tu hija
lo que tú llorarías por la mía.

Aprieta mi mano que lloro por tu herida
lo que no sé ni que existe.

Aprieta tú que yo la tengo viva
pero yo sangro y sangro por ti y por tu hija,
mi hija,
nuestras hijas,
las hijas de las madres,
las madres de la Vida...

Aprieta,
aprieta fuerte,
aprieta fuerte mi mano, Madre,
que yo también lloro por tu hija.

-M. Forné- (También madre)

jueves, 12 de agosto de 1999

Material para El Camino de Santiago

Material para El Camino de Santiago incluyendo la ropa que se lleva puesta así como recomendaciones varias que pueden ser de interés


Ropa


2 camisetas gastadillas que no destiñan
2 pantalones cortos de algodón tipo ciclista (para caminar)
1 pantalón corto de bolsillos laterales (de ‘bonito’ los bolsillos hacen las veces de riñonera)
1 pantalón de malla elástica larga de abrigo (si frío para caminar o bajo los pantalones cortos de bolsillos laterales)
1 bañador/biquini (la parte de arriba sirve como sujetador, cambiar con el top negro)
1 top negro de algodón (chicas) (sirve de sujetador, como bañador y para las discotecas estar guapa)
3 bragas/calzoncillos (preferiblemente obscuros)
2 pares calcetines gruesos y buenos sin costuras para caminar (mantener siempre secos aunque no estén limpios cambiándolos durante la marcha)
1 par de calcetines de algodón para por las tardes/noches (mantener siempre muy limpios)
1 forro polar (sirve de almohada o para cubrir la almohada)
1 chubasquero (que transpire)
1 botas de traking o zapatillas de caminar (deben ser usadas antes del Camino)
1 sandalias de goma (tardes/ducha/caminar si dolor de pies)
1 gorro de algodón con ala (se debe cubrir el cogote el Sol estará a nuestra espalda)
1 pañuelo de cuello de algodón (multitud de usos)

Aseo


1 trozo de jabón verde tipo ‘Lagarto’ (ropa, cuerpo, pelo, cacharros, cualquier cosa)
1 cepillo de dientes
1 tubo pequeño de pasta de dientes medio gastado (para los días de nuestra marcha)
1 balleta vileda tipo “Ballerina” o similar para usar como toalla
1 peine sencillo
Papel higiénico (cantidad para 3 usos, ya iremos reponiendo en los WC de los bares)
1 paquete de 25 toallitas húmedas (de las de los culetes de los bebés)

Botiquín


Paracetamol (4 pastillas)
Antidiarréico (4 pastillas)
Betadine (frasco pequeño)
Algesal Gel o similar (Fastun)
Aguja e hilo de color (para ampollas pequeñas, coser botones....)
1 jeringuilla hipodérmica (para ampollas grandes)
1 tijeras pequeñas de cortar uñas
2 paquetitos de 5 gasas estériles
esparadrapo de tela de los buenos
Vaselina (untar en pies antes de caminar)
Protector solar poca cantidad (si piel blanca)

Utensilios


1 botella de agua mineral de ½ litro (rellenar en fuentes/bares/casas/refugios)
1 mochila de 35/40 l (que pese poco, con sujeción cintura y pecho)
1 cubremochila (para la lluvia)
1 saco de dormir que pese menos de 1 kg y que aguante bajas temperaturas
1 alfombrilla aislante cualquiera
1 frontal (linterna como la de los mineros pero más pequeña)
6 imperdibles metálicos (tender ropa de cuerda o mochila, cremalleras rotas...)
5 metros de cuerda de los de escalada de pequeño grosor (tender ropa, cordones rotos, atar algo al macuto...)
1 navaja sencilla.
1 bordón / bastón
1 lápiz
1 block pequeño
2 bolsas de plástico herméticas a ser posible
Unos sellos de correos (por si apetece enviar alguna carta a alguien, aunque normalmente se prefiere estar desconectado)
Teléfono móvil/cargador. Llevarlo desconectado durante la marcha, no hay nada peor que suene un móvil cuando estás charlando con alguien a la vera del camino subiendo a Rabanal. Aprovechar los descansos en bares/refugio para cargarlo, no suelen poner pegas.
Una Guía del Viaje. La mejor es la de ‘El Pais’ Aguilar. Dejar en casa todas las páginas que no nos vayan a ser de ayuda.
Una bolsita de tela de algodón con un cordón de algodón para colgar al cuello y llevar en ella la documentación y el dinero.

Documentación


• En la Asociación de Amigos del Camino de Santiago (Calle Carretas en Madrid) te entregarán la Credencial que te abrirá las puertas de los Refugios y Albergues a lo largo del viaje. Es la verdadera tarjeta de identidad durante esos días
• Carnet de Conducir/DNI, es mejor llevar el Carnet de conducir porque igual a la llegada a Santiago apetece alquilar un coche y hacer los últimos kms. hasta Finisterre. Si no lo llevas no te alquilarán ningún vehículo. En caso de no tenerlo, el DNI.
• Tarjeta sanitaria de la Seguridad Social (si no la llevas, te atenderá la Cruz Roja en cualquier sitio sin problemas o con la Credencial en cualquier hospital/ambulatorio de la S.S.)
• Tarjeta de crédito del cajero automático
• No más de 30 € encima (hay cajeros por todas partes)

Cuidado de los pies


En cada descanso, durante la marcha, descalzarse y quitar los calcetines. Comprobar que no haya ampollas nuevas y vigilar las que ya tenemos de antes. Si no hay ampollas dejar que los pies se sequen al aire, embadurnar los dedos con vaselina y poner calcetines secos.
Si hay ampollas viejas que aún no han curado, mover el hilo de un lado a otro y comprobar que ya no producen suero, si lo producen, apretarlas para sacarlo y meterles Betadine. Si hay nuevas ampollas, pincharlas, sacarles el suero y meterles Betadine. En todos los casos, dejar secar el betadine, el sudor y aplicar vaselina y colocar calcetines secos. Los calcetines húmedos de sudor los colgaremos de la mochila con unos imperdibles para que se sequen y volverlos a usar si es necesario en otra parada.

A la llegada al Refugio descalzarnos y, tras darnos una buena ducha (mejor agua fría) meter los pies en un balde con agua fría, vinagre y bastante sal (el hospitalero seguro que te lo facilita). Dejarlos en agua hasta que sintamos descanso en los pies. Secarlos con la Villeda y que se sequen bien al aire, luego comprobar una por una las ampollas. Quitar el hilo de las que ya tengamos curadas porque el hilo, si se deja, puede producir herida bajo la piel muerta al rozar con la piel nueva que está creciendo. Si la ampolla ya fue cosida y aún tiene líquido, hacer que drene por el hilo apretando sobre ella con una gasa, si es necesario habrá que meterle más hilo para que tenga más orificios por los que drenar. Si la ampolla es nueva, coger una aguja con hilo y pinchar justo donde comienza a separarse la piel de la carne y traspasar la ampolla dejando unos centímetros de hilo por cada lado. Apretar bien la ampolla hasta que salga todo el líquido, empapar el hilo con Betadine y hacer que corra el hilo de un lado a otro de la ampolla para que al meterse dentro meta con él el Betadine. Si escuece es buena señal ya que indica que el Betadine está entrando dentro. Repetir el pase del hilo con el Betadine hasta que veamos que se impregna toda la zona de la ampolla. Si la ampolla es grande coger una jeringuilla hipodérmica y pinchar en el centro de la ampolla, extraer todo el líquido y quitar el cuerpo de la jeringa dejando la aguja. Vaciar la jeringa del líquido y coger con ella Betadine. Volver a colocarla en la aguja y apretar despacio para que entre el Betadine dentro de la ampolla. Eso duele bastante pero curan antes.

Dejar que se sequen los pies al aire, calzándonos con unas zapatillas de las de playa, si hace frío, cubrir los pies con unos calcetines limpios de algodón. Procurar que la higiene sea máxima para evitar infecciones.

Tener los pies en alto siempre que se pueda. Hacer estiramientos antes y después de caminar.

Buen camino ¡


Marga.