sábado, 20 de junio de 2020

La bicicleta

Aún caían gotas de agua de las hojas de los árboles a pesar de haber cesado la lluvia. Su cara se seguía mojando y el olor a la tierra mojada lo estaba embriagando. Debía calmarse, respirar más despacio, conseguir ordenar las ideas. Casi no tenía energías en su cuerpo tras dos días sin poder tomar bocado y con la boca del estómago estrangulada.

El camino hasta lo alto de la loma se eternizaba. En otras circunstancias hubiera llegado a la aldea sin problemas, sin embargo ahora casi agonizaba. Tendría que guardar fuerzas para pensar y encontrar las palabras adecuadas en el momento oportuno y no habría dos oportunidades.

Desde lejos divisó a Carlos, eso le tranquilizó. Con la mano le saludó, pero de una forma extraña que él interpretó como que algo no estaba bien.

A medida que se acercaba a la casa fue viendo cómo Carlos mudaba la cara y llegó a oír su voz.

- No, por favor, no; no me digas que esa sangre en tu ropa es de Mariana.
- Te lo explicaré, Carlos. Lo que dicen en la radio es verdad, pero...

Fue suficiente para que el niño les oyera y Antonio tiró la bicicleta por el barranco, era el día de su cumpleaños. Él cayó detrás.

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