viernes, 27 de junio de 2003

Desde el Sur, antes de que llegasen los vientos y las lluvias.

Antes de que llegasen los vientos y las lluvias, llegaron a mi mesa de estas oficinas dos representantes del Comité de Empresa del Sindicato al que pertenezco. Como siempre, su sola presencia en este espacio causó algo de desasosiego entre la gente que me rodea. Era como una especie de turbulencia alrededor, pero pasó pronto. Una de estas personas era el Presidente del Comité de Empresa que me invitaba a asistir al día siguiente a una reunión con un alto cargo del sindicato en Madrid en las Aulas de Formación y alguna gente más de la Federación que venían de Madrid. Encantada le dije que asistiría. Al decirle que no sabía dónde estaban las Aulas me ofreció enviar a un compañero para que me acompañase al día siguiente. Y así fue, a las diez en punto de la mañana vino un hombre (como dicen aquí) con cara sonriente que me dijo que se llamaba José, que si yo era Margarita y que si nos íbamos. A todo respondí que sí, claro está.

Antes de coger las gafas de sol le dije al Responsable del sitio en el que me han puesto que durante un rato no iba a estar.

-Voy a una reunión de Comisiones Obreras
-Ah... -como asombrado.
-Dentro de una hora, más o menos, estaré aquí.
-Nada, nada... lo que necesites.
-Hasta ahora.
-Hasta ahora.

Y me marché con mi nuevo acompañante con el que rápidamente encontré un tema fácil de conversación con el que hacerme el trayecto que nos separaba hasta el lugar de la reunión.

Había que coger una furgoneta; ya me habían hablado de ella. Es una furgoneta acorde con los trayectos que recorre, no se podía esperar otra cosa. Se llenó de gente en mangas de camisa y a todos nos llevó hasta la nave de las Aulas de Formación. Con un día tan claro, tan templado, daba gusto andar por ahí fuera y tomar un poco de conciencia del sitio en el que una trabaja.

Tiempo de espera al Sol, se retrasaban los visitantes de Madrid, la gente sin prisas, yo intentando tomar pulsos con alguna que otra pregunta a mi nuevo amigo y a algún otro que tímidamente se acercaba. Pasaba el tiempo y las únicas personas que se incorporaban eran hombres, con monos o sin ellos pero hombres. Y uno de los que llegó, sin mono, con cazadora de napa se me medio abalanzó y, sin darme tiempo ni a reaccionar, me largó dos besos con mucha soltura. Pensé que igual me conocía de antes, pero no. Se presentó y me justificó su tardanza porque, según él, habían aprovechado su visita para montarle un pollo al Director que esas cosas le hacen falta de vez en cuando. Qué cosas, pensé. El caso fue que entramos en las Aulas, me senté en una discreta segunda fila y con toda tranquilidad me dispuse a enterarme de lo que contasen estas gentes. En la mesa se sentaron el Presidente del Comité, el alto cargo del sindicato de Madrid y el tipo de los besos sueltos. El primero de ellos comenzó la reunión saludando cordialmente.

-Bueno, vamos a comenzar, quiero saludar a todos y.... a toda y tengo que decir que me alegro que haya alguna mujer, compañera, entre nosotros.
Y contó sus cosas.

Al rato, cedió la palabra a el alto cargo del sindicato de Madrid el cual comenzó también con el esperado saludo.

-Buenos días a todos y a... toda, como siempre es un placer venir a esta tierra... bla bla... bla bla...
Una vez hubo terminado, el que me había largado los dos besos, se dirigió al personal abriendo su perorata.
-Ante todo saludaros a todos y a to...da, como ya sabéis... tirirí.... tirirán...

Claro está, una vez que hubo terminado la reunión y ya que los tres se habían dirigido a mí en su saludo inicial percatando a todos de mi presencia por mi condición de mujer, no pude más que acercarme a ellos y agradecerles su atención pero tuve que aclararles que se habían equivocado en mis particularidades ya que no era lo relevante el que yo fuese mujer, sino el que yo soy la única persona en aquélla asamblea perteneciente a la antigua plantilla de la empresa fusionada con ésta otra, adscrita a las Oficinas Centrales de Madrid y Técnico Superior fuera de Convenio y exDelegado Sindical. Eso era lo que realmente me distinguía de los demás, para empezar. No el hecho fisiológico de ser mujer.
Creo que no lo entendieron.

A la vuelta a mi sitio el Responsable de esto se acercó a mi mesa.

-Algún problema, Margarita?
-No, no, ninguno. -y sonreí-

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